De instante a instante

14/02/2018

“Nada, salvo el instante, me conoce”.

Un disfraz equivocado, Fernando Pessoa.

 

De pronto, se fue la luz. Los dos cuerpos quedaron a oscuras. Al instante, como un acto reflejo, se abrazaron. Permanecieron así un tiempo, en silencio, aunque no tardaron en contarse sus aventuras. Esta vez llevaban mucho tiempo sin verse.

Los primeros rayos de luz iluminaron una lágrima que rodaba por el rostro, pálido y reluciente como siempre, de Catalina.

 

-¿Es de felicidad? – preguntó Lorenzo.

-Claro… – respondió Catalina. – Creo que esta vez, para el próximo, tendremos que esperar menos tiempo.

 

Según cuenta la leyenda, Sol y Luna se amaban tanto que Afrodita, diosa de la belleza y el amor, estaba celosa de ese amor que, aunque terrenal, pareciera celestial. Tras la negativa de Sol ante la seducción de la diosa, esta se enfadó tanto que decidió separarlos para siempre. Lorenzo, iluminaría el día; mientras que Catalina, la noche.

Afrodita pensó que así nunca coincidirían, y acabarían olvidándose el uno del otro. Sin embargo, su amor fue más fuerte que el tiempo, y Zeus les premió con el Eclipse, en el que se encuentran, al menos, por un instante.

 

“El instante es la continuidad del tiempo, pues une el tiempo pasado con el tiempo futuro”.

Aristóteles.